Todos los Días son Sábados
año de estreno 1977

Todos los Días son Sábados

Drama
Dec 6
/
año de estreno 1977

[Imagen. Actor Pedro Marthán]

Sinopsis

El hombre (es decir, el ser en su intimidad y soledad, habitante de la gran ciudad) se halla dominado por una fuerza abrumadora o absurda, por un destino irreconocible y amorfo. El hombre, “habitante” o “pequeño ser” de la gran ciudad, desconoce su objetivo en la vida, anda a la deriva e imita sin saberlo al muñeco o a la marioneta, como si estuviese manipulado por una potencia destructiva. Los personajes parecen parte de un gran decorado de objetos inertes, que se corrompen y desgastan a diario, y apenas logran moverse en un gigantesco escenario de tragedias cotidianas o dramas banales, que son parte de un destino minúsculo; apenas se disuelven en el entorno como bocetos, escorzos o perfiles irresueltos, o como trozos de existencia lacerados o agónicos en medio de la monotonía o de las situaciones previsibles.

Dirección: Enver Cordido.

Guion: Salvador Garmendia y Enver Cordido.

Reparto: Hermelinda Alvarado, María Grazia Bianchi, Toco Gómez, Ramón Hinojosa, María Luisa Lamata, Arnold Level, Pedro Marthán, Héctor Mayerston, Rolando Peña y Luis Salazar.

Fuentes

Jiménez, G. (2011, 24 de enero). Día de ceniza y la estética del deterioro. Letralia. https://letralia.com

“Día de Ceniza” escrita por Salvador Garmendia 1968

El hombre (es decir, el ser en su intimidad y soledad, habitante de la gran ciudad) se halla dominado por una fuerza abrumadora o absurda, por un destino irreconocible y amorfo. El hombre, “habitante” o “pequeño ser” de la gran ciudad, desconoce su objetivo en la vida, anda a la deriva e imita sin saberlo al muñeco o a la marioneta, como si estuviese manipulado por una potencia destructiva. Los personajes parecen parte de un gran decorado de objetos inertes, que se corrompen y desgastan a diario, y apenas logran moverse en un gigantesco escenario de tragedias cotidianas o dramas banales, que son parte de un destino minúsculo; apenas se disuelven en el entorno como bocetos, escorzos o perfiles irresueltos, o como trozos de existencia lacerados o agónicos en medio de la monotonía o de las situaciones previsibles. Del primer gran ciclo novelístico de Garmendia, una de las novelas que más llama la atención de lectores y crítica es justamente “Día de Ceniza”. Se ha señalado en ella su carácter eminentemente urbano y el entorno burocrático y enajenante donde se mueven sus personajes, con sus respectivos agregados: monotonía, repetición situacional, escatología, humor negro, deterioro. Quisiera referirme aquí a este aspecto del deterioro como elemento principal de Día de ceniza; cómo la obra es recorrida y atravesada parte a parte por todo aquello que implique abandono, desgaste, ruina o corrupción física, y cómo desde aquí Garmendia va construyendo una estética, y anunciando claves para la interpretación de su mundo novelesco posterior. Así como el que observamos en los textos de “La mala vida” o “Los pies de barro”, y también, por supuesto, como una consecuencia heredada de su primera novela, “Los pequeños seres”, donde su protagonista Mateo Martán prefigura algunos de los rasgos de Miguel Antúnez en "Día de ceniza".

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Drama
Dec 6
/
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[Imagen. Actor Pedro Marthán]

Sinopsis

El hombre (es decir, el ser en su intimidad y soledad, habitante de la gran ciudad) se halla dominado por una fuerza abrumadora o absurda, por un destino irreconocible y amorfo. El hombre, “habitante” o “pequeño ser” de la gran ciudad, desconoce su objetivo en la vida, anda a la deriva e imita sin saberlo al muñeco o a la marioneta, como si estuviese manipulado por una potencia destructiva. Los personajes parecen parte de un gran decorado de objetos inertes, que se corrompen y desgastan a diario, y apenas logran moverse en un gigantesco escenario de tragedias cotidianas o dramas banales, que son parte de un destino minúsculo; apenas se disuelven en el entorno como bocetos, escorzos o perfiles irresueltos, o como trozos de existencia lacerados o agónicos en medio de la monotonía o de las situaciones previsibles.

Dirección: Enver Cordido.

Guion: Salvador Garmendia y Enver Cordido.

Reparto: Hermelinda Alvarado, María Grazia Bianchi, Toco Gómez, Ramón Hinojosa, María Luisa Lamata, Arnold Level, Pedro Marthán, Héctor Mayerston, Rolando Peña y Luis Salazar.

Fuentes

Jiménez, G. (2011, 24 de enero). Día de ceniza y la estética del deterioro. Letralia. https://letralia.com

“Día de Ceniza” escrita por Salvador Garmendia 1968

El hombre (es decir, el ser en su intimidad y soledad, habitante de la gran ciudad) se halla dominado por una fuerza abrumadora o absurda, por un destino irreconocible y amorfo. El hombre, “habitante” o “pequeño ser” de la gran ciudad, desconoce su objetivo en la vida, anda a la deriva e imita sin saberlo al muñeco o a la marioneta, como si estuviese manipulado por una potencia destructiva. Los personajes parecen parte de un gran decorado de objetos inertes, que se corrompen y desgastan a diario, y apenas logran moverse en un gigantesco escenario de tragedias cotidianas o dramas banales, que son parte de un destino minúsculo; apenas se disuelven en el entorno como bocetos, escorzos o perfiles irresueltos, o como trozos de existencia lacerados o agónicos en medio de la monotonía o de las situaciones previsibles. Del primer gran ciclo novelístico de Garmendia, una de las novelas que más llama la atención de lectores y crítica es justamente “Día de Ceniza”. Se ha señalado en ella su carácter eminentemente urbano y el entorno burocrático y enajenante donde se mueven sus personajes, con sus respectivos agregados: monotonía, repetición situacional, escatología, humor negro, deterioro. Quisiera referirme aquí a este aspecto del deterioro como elemento principal de Día de ceniza; cómo la obra es recorrida y atravesada parte a parte por todo aquello que implique abandono, desgaste, ruina o corrupción física, y cómo desde aquí Garmendia va construyendo una estética, y anunciando claves para la interpretación de su mundo novelesco posterior. Así como el que observamos en los textos de “La mala vida” o “Los pies de barro”, y también, por supuesto, como una consecuencia heredada de su primera novela, “Los pequeños seres”, donde su protagonista Mateo Martán prefigura algunos de los rasgos de Miguel Antúnez en "Día de ceniza".

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